Filatelia

Primer Día de Emisión

Conmemorativos y Alusivos

La filatelia es la afición por coleccionar y clasificar sellos, sobres y otros documentos postales, así como estudiar la historia postal. En los sellos queda representada parte de la historia nacional o regional de los países mediante figuras de personajes ilustres, monumentos, pinturas, flora, fauna, historia postal, etc., asuntos de interés para los coleccionistas (filatelistas) y las personas involucradas en esta materia.

Prefilatelia

Los historiadores concuerdan que en Egipto, en el siglo VI a. C., ya existía un servicio de transporte de correspondencia oficial. Los manuscritos egipcios, escritos sobre papiro, se transportaban principalmente mediante embarcaciones especiales que navegaban el río Nilo.

China, en el siglo III a. C., fue el primer país que contó con un servicio postal organizado y fue también el primero en emplear el papel en su correspondencia.

En la América precolombina también hubo un sistema de relevos para llevar mensajes e informes al tlatoani (señor gobernante) de los mexicas desde los confines de su territorio, mediante corredores llamados painani, así como el chasqui cumplía la misma función para el inca de los quechuas.

Los persas, durante el reinado de Ciro el Grande (555 a. C.) establecieron un servicio de postas. Todos estos servicios eran sólo para el traslado de correspondencia oficial, el público en general no tenía acceso a ellos.

En los últimos años del siglo XVII prácticamente todos los países disponían de correos oficiales y también de correos particulares organizados por comerciantes para el traslado de su correspondencia.

En 1625, durante la época del cardenal Richelieu, Francia fue el primer Estado que tomó a su cargo directamente la organización y explotación de los servicios de correos.

Coleccionismo

Inicios

El conde de Villayer implantó en París en 1653 la venta de unos sobres uniformes para la correspondencia -que se ofrecían a dos sueldos- pero fracasó en su empeño. Hasta el siglo XIX, en 1839, no resurge de nuevo la idea, rescatada por un maestro de escuela inglés, Rowland Hill, progresista y emprendedor. Propuso al gobierno un plan para pago previo del transporte postal mediante sellos o estampillas adheridas, que fue aceptado, y se puso en funcionamiento el 6 de mayo de 1840. Un año después ya hay noticia del primer coleccionista: un tal doctor Gray, cuya afición provocó las burlas de sus contemporáneos.

El coleccionismo y su influencia

Es grande el influjo educativo de la filatelia, pues todo coleccionista aumenta sensiblemente su caudal de conocimientos, sin necesidad de penosas y largas horas de estudio. Los conocimientos de historia, geografía, van atesorándose, y crece el afán de saber más y más sobre países, hombres, paisajes, a los que nos asomamos mediante esas ventanitas del mundo que son los sellos. Ya en los primeros tiempos de la filatelia se intuyó su capacidad pedagógica y fue introducida oficialmente en las escuelas británicas en una reglamentación de 1855, como deporte y cultura. El sello tiende, por lo general, a aumentar de valor al disminuir el número de ejemplares de cada emisión por pérdidas y deterioros; este incremento de valor, a veces, resulta asombroso, llegando a multiplicar por mil o dos mil su valor inicial. Si la selección de los ejemplares se hace con acierto, constituye siempre una inversión y una garantía económica para el día de mañana. El ejercicio de la filatelia desarrolla cualidades de orden y cuidado, de pulcritud y esmero. Desarrolla el espíritu analítico y de observación.

Actividades de filatelistas

Se han celebrado grandes exposiciones filatélicas, como la de Berlín de 1930, la de Buenos Aires de 1950 y la de Nueva York en 1956. En las grandes ciudades se reúnen bolsas filatélicas al aire libre, donde los filatelistas conversan, cambian, compran y venden. Son famosas la de Buenos Aires en el Parque Rivadavia y la de Barcelona de la Plaza Real. Existen además los clubes filatélicos, con numerosos asociados, que intercambian correspondencia amistosa, sellos, postales, revistas, etc., y muchos editan publicaciones interesantes.

Muchos filatelistas avanzados se especializan en sellos conmemorativos, aéreos, hispanoamericanos, de colonias británicas, etc., ante la imposibilidad de abarcar toda la enorme cantidad de estampillas emitidas en la actualidad.

Formas de coleccionar

Los sellos solían adherirse al álbum con unos fijasellos, también llamados charnelas (del francés charnière), papel engomado y transparente que se utilizaba doblado a modo de pequeña bisagra. Sin embargo, esta es una práctica en total desuso -al menos en lo que refiere a los sellos nuevos (no utilizados ni matasellados)-, ya que provoca la pérdida (mayor o menor según el sello) de parte del valor de las piezas debido a que al quitar el fijasellos del sello siempre deja una señal en la goma. En los catálogos suele haber tres listas de precios: una para las sellos nuevos sin señal de charnela; otra, de cotizaciones siempre inferiores, para piezas -nuevas- con señal de charnela; y la tercera para sellos los matasellados o circulados (suele decirse «usados»), cuya cotización es generalmente más baja, aunque se dan casos en que ésta es muy superior a cualquiera de los dos tipos de sellos no circulados.

Es preferible el uso de los filoestuches, que permiten poner y quitar los sellos del álbum para examinarlos y que, al contrario que los fijasellos, no les producen ninguna agresión.

Son instrumentos útiles para el filatelista el filigranoscopio al que ya nos hemos referido; el odontómetro, que es una lámina de cartón o plástico con hileras rectas de puntos de diferente grueso y separación, que nos indican cuántos dientes del perforado de un sello entran en dos centímetros. Se ajusta el margen del sello sobre estas hileras hasta encontrar la que coincide con la perforación de nuestro ejemplar. Diremos que un sello es de dentado 12, si entran 12 dientes en un espacio de 2 centímetros. Las pinzas, empleadas para coger el sello, evitan que este se doble o manche, y la lupa puede permitirnos apreciar detalles distintivos imposibles de observar a simple vista.

Los Catálogos filatélicos, obras cuidadosamente preparadas en las que figuran por orden de aparición y de emisión todos los sellos del mundo, son indispensables para el coleccionista. Sirven de base para ordenar las colecciones, dictan criterio sobre cuáles ejemplares deben o no considerarse con valor filatélico, y fijan un valor monetario a cada sello, que se aplica no sólo a operaciones de compra y venta, sino a las transacciones o cambios. Los catálogos aparecen anualmente y los más famosos y vendidos universalmente son el de Ivert-Tellier, francés; el de Gibbons, inglés, y el de Scott, norteamericano.

Los mejores álbumes para sellos son aquellos que permiten intercalar hojas sueltas en las que se fijan los últimos ejemplares al final de cada país. En el comercio existen álbumes de hojas adecuados tanto para principiantes como para coleccionistas de importancia.

Entre los coleccionistas más destacados citaremos a Jorge VI, el fallecido rey de Inglaterra, cuya colección fue comenzada por Eduardo VII y cuenta con numerosas rarezas. Otro coleccionista distinguido fue Franklin D. Roosevelt. El rey Víctor Manuel de Italia y el zar Nicolás de Rusia fueron también filatelistas. Indudablemente, la colección más famosa ha sido la de Philipp von Ferrary, comenzada en 1865 y vendida en subasta en París en 1923 por dos millones de dólares. Otras colecciones notables han sido la de Castle, de sellos europeos; la de Durin; la del barón Rothschild, y la de Hind, poseedor que tuvo el único ejemplar del celebre sello de la Guayana Británica mencionado más arriba. Notable coleccionista ha sido Doring Beckton, presidente de la Real Sociedad Filatélica británica, que al morir dejó 154,021 sellos diferentes.

Merecen mención especial los sellos conmemorativos emitidos para celebrar algún hecho notable o fecha importante. Tienen valor histórico y cuentan con magnífica aceptación entre los aficionados. Su valor pictórico y artístico suele ser excepcional, y son los más bellos ejemplares de cualquier colección. Entre los más notables citaremos las numerosas series conmemorativas norteamericanas; las españolas de Goya y Monserrat; las dedicadas a la Unión Postal Universal y a las olimpiadas.